¡Hola! Voy a aparecer por este blog a menudo, así que antes que nada, me presento. Soy Sara, una de las fundadoras de MOGU, experiencia en marketing digital y actual manager de producto.
Desde que comencé la aventura de emprender, me he ido empapando de todos los agentes que componen el apasionante pero caótico sector turístico. En este proceso he identificado dos actores en el mercado que se mueven a velocidades completamente distintas: por un lado, Expedia, eDreams, Tripadvisor, Booking, Airbnb –empresas comúnmente conocidas como OTAs (Online Travel Agencies) –que en menos de 10 años de vida, han crecido exponencialmente. Modelos de negocio enfocados en el B2C y en la planificación y reserva de hoteles y vuelos. Y por otro lado, tenemos a la cadena de intermediación turística tradicional o, como mi compañero Andrés diría: “la cadena de los artesanos del turismo”, aquella compuesta por los que han vendido históricamente viajes: touroperadores o TTOO (crean los viajes), agencias mayoristas (los distribuyen) y agencias minoristas (los comercializan). Si bien es cierto que el turismo tradicional todavía supera en facturación al de las OTAs, su crecimiento anual es cada vez menor. Este escenario me ha hecho reflexionar acerca de cómo imagino el futuro de los viajes. ¿En unos años solo viajaremos con el Booking de turno? ¿Qué pasará con la agencia de barrio?
Considero que los viajes del futuro combinarán elementos de los dos mundos y es precisamente en esa intersección en la que aparece MOGU, como una tecnología que ayuda a ser a las agencias de viajes más competitivas.
Vamos a ver cuáles son esos elementos a los que me refiero. Internet ha supuesto un gran avance y eso es indudable: a golpe de click cualquiera pueda reservar un vuelo, un hotel o alquilar una furgoneta familiar. Ya no es necesario ir a una agencia para contratar dichos servicios, lo que supone un ahorro en tiempo y, en muchas ocasiones, con los comparadores, también un ahorro en coste. ¿Por qué ir a una agencia a comprar un billete de avión si en 10 segundos tengo acceso a tres mil aerolíneas? Está claro, añadir tecnología al turismo aporta grandes ventajas: eficiencia y autonomía.
Sin embargo, sabemos que a la hora de viajar, no solo se tienen en cuenta esas dos variables. Los clientes también buscan asesoría, acompañamiento, sentirse protegidos, cuidados. Un viaje es ilusión, emoción, es el fruto de varios años de ahorro, es invertir en recuerdos familiares, en experiencias que de otro modo no se podrían vivir. Nada puede salir mal, hay demasiado en juego. Por eso, una OTA a veces no es suficiente y ese es el momento en el que la digitalización toca techo. Se necesita la asistencia de un ser humano para configurar un itinerario a medida, para sugerir la mejor comida local, contar anécdotas del destino que Google desconoce o simplemente, solucionar cualquier imprevisto que pueda tener lugar. La agencia tradicional, en teoría, es el vehículo más acertado para dar este servicio más personalizado. Ahora bien, ¿realmente es capaz de suplir todas esas necesidades tan asociadas al conocimiento del destino? No, no es capaz. Aunque una agencia venda viajes a Costa Rica no va a saber cuáles son las mejores playas, el atardecer más impresionante o las fechas más idóneas para disfrutar de toda la fauna. Somos conscientes de que, en este sentido, necesitan un empujón para poder ofrecer ese valor añadido al viajero y sabemos que la tecnología es el mejor camino para alcanzarlo. Es así que, muchas startup estamos desarrollando plataformas con este fin, desde Triporate o Vyootrip, que se enfocan en el turismo corporativo, a MOGU, que conecta viajeros con expertos locales a lo largo de todo el viaje.
Vemos el futuro de los viajes así, combinando el plano tecnológico que ofrecen las OTAs con la cara humana insustituible que aporta una agencia de viaje.